“No soy una de las profesoras clásicas. Salí del liceo y me dediqué a trabajar, en uno de mis trabajos fui inspectora del internado mixto de un liceo de enseñanza media. En ese momento me empecé a involucrar más con las necesidades de esos alumnos y así de a poco, me fue gustando el tema de la educación y trabajar con niños. Por lo que cuando se presentó la oportunidad de cursar la carrera de pedagogía general básica en modalidad presencial-con clases todos los sábados- impartida por la Universidad Austral de Valdivia, no lo dudé y me matriculé junto a otras colegas, con las cuales compartimos la docencia hasta hoy.

Después de titularnos tuvimos que vivir otro proceso, el de demostrar que estábamos capacitas para ejercer la docencia, pues existían muchos prejuicios hacia los profesores que habían ´estudiado los fines de semana´. Así fue como al año de titularnos y cuando iniciábamos nuestra carrera, nos sometimos voluntariamente a la evaluación docente, como compañeras nos apoyamos y eso nos ayudó a llevar adelante el proceso de evaluación.

Mientras a la par como profesora jefe, me enfrentaba con mucho temor a mi primer curso, un primero básico, al que les decía a los niños y a mis apoderados ´ustedes son mi experimento, son mi primer curso como profesora´, con ellos generé una relación muy estrecha, la que se ha mantenido durante estos 17 años dedicada a la enseñanza.

En mi propio a aprendizaje como profesora, fui consciente de las necesidades educativas individuales de mis alumnos. La lecto-escritura no siempre se logra en primer año, hay niños que sí, pero otros necesitan más tiempo y quiero estar preparada para ellos. Esta pandemia nos vino a cambiar todo el paradigma de la educación, sabemos que cuando vuelvan todos al aula, nos encontraremos con niños que tendrán diferencias muy grandes. Por eso, cuando se presentó el diplomado de Fundación AraucaníAprende y, progresivamente me di cuenta de su valor, que lo que nos estaban enseñando apuntaba a la realidad de nuestros niños, que sí nos estaban entregando herramientas que nos iban a ayudar, me comprometí con él.

Al finalizar mi jornada podía estar muy cansada, con un agobio por distintas situaciones y preparando el retorno a clases presenciales, pero para mí el diplomado empezó a ser como una inyección de energía. Entro al diplomado con ánimo, me llena realmente, porque hemos encontrado que lo que nos están entregando herramientas importantes y necesarias para primer y segundo año básico. Con mis compañeras lo comentamos, estamos escuchando una clase y leyendo los documentos y empiezan en nuestras cabezas unos mapas mentales, en los que determinamos qué estrategias podemos aplicar con determinados niños. Cada estrategia es puntual y está muy bien explicada para que podamos aplicar los conocimientos y lograr la lectura comprensiva que es la finalidad con nuestros pequeños.

Hoy pienso en mi jubilación y veo a las nuevas generaciones de profesores y les aconsejo que tomen a cada niño como un mundo aparte, porque no hay una metodología que nos sirva para todos, que busquen, que compartan con sus colegas, que no tengan miedo de preguntar, porque tal vez sus pares tuvieron las mismas experiencias y encontraron una estrategia para aplicar.

Ser profesora es lo máximo, si nosotros no existiéramos nadie más avanzaría, por eso todo tenemos que hacerlo con amor y con entrega, porque cada niño es un tesoro”.

 

Rosalba Berrocal
Profesora Pedagogía General Básica
Escuela Manuel Anabalón Sáez, Panguipulli

 

 

 

Cinthya Covarrubias

Periodista,

Encargada de Comunicaciones Organizacionales Fundación AraucaníAprende

Cinthya Covarrubias

Periodista,

Encargada de Comunicaciones Organizacionales Fundación AraucaníAprende